. gracias ♥

18 de abril de 2010

No sé cómo llegué a este punto. Recuerdo que cuando te conocí no tenías un nombre. No existías. Eras fugaz. Una ráfaga, pero no una más: ibas y venías, te ibas para siempre regresar. Te aferrabas a mis huesos, te hacías parte de ellos; me llenabas de orgullo y agonía. Moría en tus brazos para renacer en los mismos. Tus ojos me daban fuerzas; los sentía grabados en mis manos, como estigmas, perforándome, observándome. Mis manos se desangraban de la misma en que mi estómago se agujereaba. No había lugar donde refugiarse de vos. Pedías mucho, y yo te lo daba todo. Te entregué lo poco que quedaba de mí. Me consumía a tu lado, refugiándome en tu hombro, aquel hombro que sólo era un pañuelo, no un consuelo. Repaso una y otra vez las escenas en mi mente, pero no logró encontrar cuándo ni porqué te metiste a mi vida. Quizás apareciste ahí, de la nada. Quizás yo estaba predispuesta. Era vulnerable, y necesitaba una salvación. Quizás te vi como lo único capaz de salvarme del dolor que me envolvía. No supe soltarte, y acá estoy. Soy esclava, soy amante, soy algo que detesto, algo en lo que sólo vos pudiste convertirme... Nadie más. Tomaste todo de mí, me alejaste de lo que sí valía la pena, y me esclavizaste a vos, me ataste a tu propio cuerpo. Unidos, así estamos. Uno al otra. Estúpidamente unidos, lastimándome, haciéndome mierda